domingo, 10 de junio de 2012

IX


Ovalada y rosácea belleza
cuyos labios suaves y cálidos
hacen al hombre tocar el Infinito;
vuestros jugos, el manjar excelso
con el cuál mi cuerpo se deleita.

En vuestros adentros deseo
incubar mi semilla y ser uno
con vuestra magnificencia;

¡envuélvame en sus contracciones!
desgarre mi sexo y sáciese de mi última gota;

¡Oh, Ovalada y rosácea belleza!
en vuestra lujuria febril me sumerjo
más allá de los sentidos humanos;

abráceme en un suspiro
con vuestros pilares marmóreos;
prometo con movimientos pélvicos
demostrar mi devoción hacía vos.

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